¡Ojo! con las procesionarias en tus paseos

Las orugas que se conocen como procesionarias son una de las fases de desarrollo de la mariposa llamada Thaumtopoea pityocampa. Se trata del tercer estadio larvario en el que esta adquiere forma de oruga y desarrolla unos folículos urticantes que, al entrar en contacto con otro ser vivo, liberan la toxina conocida como Thaumatopina.

Durante el invierno hacen sus nidos en los pinos, esas características bolsas blancas con aspecto algodonoso. En estos nidos permanecen apiñadas hasta que las temperaturas comienzan a subir; entonces las orugas empiezan a bajar a la tierra para buscar un agujero en el que permanecer ocultas para hacer una crisálida de la que luego saldrán las pequeñas mariposas.

La bajada de los árboles comienza sobre finales de febrero y se extiende hasta mayo, aunque ahora con el aumento de las temperaturas puede adelantarse. Las orugas caminan en línea guiadas por una oruga hembra, juntas las unas a las otras, formando esas características procesiones (de ahí su nombre).

Cuidado con las llamativas «procesiones»

El fenómeno resulta muy llamativo y, por eso también peligroso, sobre todo para nuestros amigos los perros ya que las procesionarias son altamente venenosas. Están recubiertas de unos finos pelitos con forma de arpón impregnados de una toxina que al contacto con las personas y los animales (sobre todo los perros) puede producir urticaria, necrosis de las mucosas y en casos más graves la muerte. Los pelos se clavan en la piel del animal, momento en que se abre una ampolla que contiene dicho pelo, llena de un líquido tóxico que provoca la liberación de histamina en el perro, comenzando así la reacción alérgica a dicha sustancia.

Los pelitos se encuentran también en el aire, alrededor de los pinos, y pueden causar conjuntivitis y problemas respiratorios.

Y, como los perros son tan curiosos se sienten atraídos por estas llamativas procesiones y ahí empieza el peligro.

El riesgo está al tocarlas o al acercarse mucho a ellas, sus pelos urticantes son como dardos envenenados y tienen cientos de miles: cuando se sienten amenazadas los sueltan. Por eso no hace falta haberlos tocado para verse afectado.

Si tu perro olisquea o, peor, lame a una de estas orugas debes llevarle inmediatamente al veterinario. Los casos más graves se dan cuando el perro muerde y traga parte del cuerpo de la oruga. El resultado puede ser desde la necrosis de parte de la lengua a la muerte: si la infección llega a la laringe puede morirse por asfixia.

El efecto inflamatorio inicial es muy intenso y de aparición rápida. Seguidamente el tejido puede perder vitalidad a causa de una escara química, un tipo de quemadura que deja una herida proporcional al contacto (cuanta más superficie haya tocado la oruga, peor herida y más extensa). Si la inflamación compromete la respiración, por cerrar la garganta, el peligro es mucho más y requerirá una actuación inmediata..

¿Cómo saber si nuestro perro ha estado en contacto con procesionarias?

Estos son algunos de los síntomas con los que debes estar alerta:

– Se rasca la cara insistentemente debido al picor.

– Inflamación de los labios, la lengua y la cabeza.

– Inflamación inmediata de la lengua y posterior necrosado (en pocos días) si no se actúa con rapidez.

– Aparición de ampollitas.

– Exceso de salivación

– Vómitos.

¿Qué debemos hacer?

Estamos ante una situación urgente que requiere medicación, e incluso hospitalización para control intensivo.

Lo primero, no frotar la boca o cualquier otra zona afectada ya que podemos empeorar la situación favoreciendo la liberación de toxinas. Lavar inmediatamente la zona con agua templada y acudir lo antes posible al veterinario de confianza.

¿Cómo evitarlo?

Como dice el refrán “más vale prevenir que curar” y en este caso lo mejor es seguirlo a raja tabla.

Debemos evitar los paseos por zonas de pinares durante los meses primaverales, pero también evitar los parques de las ciudades con pinos y ¡ojo! si en nuestro jardín hay alguno.

También podemos poner al perro un bozal cuando nos acerquemos a “zonas peligrosas”, llevarlo atado y, por supuesto, no dejar de vigilarle.

perro paseando por un pinar

Si crees que tu perro ha estado en contacto con las procesionarias o muy cerca de ellas, no dudes en acudir al Hospital Veterinario Sierra de Madrid, tenemos servicio de urgencias 24h/365 o ponte en contacto con nosotros.